- Fuente: UNStudio
- Arquitectos: UNStudio
- Superficie en fachada: 29,920 m2
- Superficie en interiores: 22.630 m2
- Ubicación: Wuhan (China)
Un proyecto Rhino sube al escenario
A menudo se cita a los centros comerciales como los templos de nuestra época. El lugar al que todos acuden, con periodicidad casi religiosa y fe en las virtudes del consumo, independientemente de su clase social o su ideología. Mientras que la arquitectura contemporánea crea iglesias en los que se prima la sensación de recogimiento, en los espacios comerciales se potencia la espectacularidad y el deslumbramiento.
Los elevados arcos ojivales de las catedrales góticas tienen sus sucesores en los amplios arcos de los centros comerciales. La riqueza de las antiguas esculturas y retablos se refleja en las prendas y objetos expuestos en los escaparates, los nuevos altares.
El diseño arquitectónico del exterior debe atraer a los visitantes como un imán, creando expectativas sobre una experiencia única. Pasearse por el interior debe generar una sensación satisfactoria y la arquitectura es clave para incentivar que se recorra el espacio y se permanezca en él. La magnificencia y el lujo pueden ser disfrutados por todos, independientemente de que puedan efectuar una compra o no.
Los arquitectos de UNStudio (United Network Studio) han dado un paso más allá en esa visión y contemplan el espacio comercial como un escenario teatral. El lugar en el que todos miran y son vistos y en el que puedes disfrutar de experiencias variadas. Un espacio de fantasía en el que podemos adoptar otra personalidad huyendo de la realidad cotidiana.
En el año 2011 ganaron un concurso internacional para crear un centro comercial de lujo en una de las zonas más importantes de la ciudad de Wuhan, en China. El resultado es el Hanjie Wanda Square, que reúne boutiques y tiendas de marcas internacionales, cines y restauración. El software Rhino fue utilizado para su realización.
Se trata de establecimientos de alto nivel y la idea del lujo se ha transmitido a través de materiales simples tratados de forma sofisticada pero artesanal.
La fachada es un elemento muy destacado pero no debe distraer nuestra atención del cuidado diseño del interior, en ambos casos la utilización de la luz es esencial.
La fachada es como una cinta que envuelve un regalo. Ajustada a medida, creada para la ocasión y tan llamativa que es imposible no fijarse en el paquete que encierra. Se realizó con paneles metálicos que se cubrieron con más de 42.000 esferas, hechas a mano, de unos 600 mm de diámetro. Se realizaron diferentes pruebas para la inclinación de los paneles para obtener el resultado idóneo.
En realidad son semiesferas de acero inoxidable pulido que inicialmente debían tener una base de alabastro pero finalmente fue sustituido por cristal laminado. Existen nueve modelos diferentes, lo que unido a que se cuidó mucho el acabado de las piezas para que fuera homogéneo, crea una impresión visual de movimiento, como si fuera acuático o provocado en un tejido ligero.
Cada esfera oculta luces de LED. Hay más de tres millones a lo largo de los 17.894 m2 de la fachada. Las luces que se proyectan hacia el exterior producen puntos de luz mientras que las que se orientan en dirección opuesta, recordemos que la base es de cristal, generan una iluminación difusa en la parte trasera. La luz exterior se puede programar para conseguir diferentes efectos de color y forma. También puede utilizarse para proyecciones de video, especialmente durante la noche.
Esta original fachada curva da paso al interior mediante tres entradas. El flujo de visitantes es guiado por un camino formado por la luz que las esferas proyectan en el suelo hacia el interior del edificio. Allí encontrará dos grandes atrios, diferenciadas en aspecto y personalidad.
El acceso principal se encuentra en el lado norte y lleva a un hall decorado con las tonalidades cálidas del lujoso oro y del bronce. Estos ricos tonos desean evocar la cultura tradicional china. Geográficamente opuesto, se encuentra un espacio diferente y complementario. En él predominan los colores de la plata y el acero que intentan establecer un vínculo con la agitación de la ciudad moderna.
Ambas zonas tienen en común que están rematadas con claraboyas constituidas de 2.600 paneles de vidrio con un denso diseño estampado digitalmente. Tienen una espectacular forma de embudo y van desde el techo a la planta baja, como grandes candelabros. Dentro de cada uno hay dos ascensores que ofrecen vistas panorámicas de la ajetreada actividad del centro.
Los atrios ejercen la función de puntos centrales de distribución y aquí la iluminación es intensa. Cuando nos adentramos por los pasillos alrededor de los cuales se encuentran las tiendas, disminuye su potencia para que destaquen la iluminación propia de cada tienda y los efectos que los vendedores deseen crear en sus escaparates.
De esta manera, se combina la iluminación artificial, cuyo diseño comienza en la fachada, con la natural que llega a través de las claraboyas y que varía a medida que avanzan las horas.
Las barandillas de cristal y los suelos pulidos junto con el acabado monocromo configuran un interior elegante y sobrio para que destaque la suntuosidad de las formas.
El UNStudio fue fundado en Holanda por Ben van Berkel y Caroline Bos. Tiene oficinas en Shangai y Hong Kong ya que están desarrollado numerosos proyectos en China.
En el Hanjie Wanda Square la espectacularidad del diseño arquitectónico de la fachada y del interior van acordes con el tipo de establecimiento. Aquí un elemento muy importante del lujo es el espacio, la inmaculada pulcritud del edificio y la depuración de las líneas. Estos factores y la originalidad de la construcción logran una impresión de exclusividad que permitirá que el visitante disfrute de una experiencia que, con o sin dinero de por medio, le situará en el centro del escenario de fantasía diseñado para que sea el protagonista.